“Emelec fue tres veces seguidas campeón de Ecuador, pero si Barcelona hubiera continuado con la misma conducción (directiva), Emelec salía diez veces seguidas”. La afirmación, contundente, pertenece a Carlos Alfaro Moreno y aparece en El Gráfico de este mes, que salió el viernes.
La afirmación, contundente, pertenece a Carlos Alejandro Alfaro Moreno y aparece en El Gráfico de mayo, que salió este último viernes. La casi centenaria revista argentina (cumple la centuria en 2019) le dedicó al actual vicepresidente de Barcelona un espacio consagratorio: el 100 x 100, un ping pong de preguntas y respuestas que no es para todos; está reservado a grandes personajes. Así, a la altura de Menotti, Bochini, Riquelme, Maradona, Valdano, Simeone, Passarella o Basile, ubicó El Gráfico de mayo a Alfarito, aquel hábil y atrevido puntero izquierdo que rompió el cascarón en Platense y después de hacerle varios goles a Boca encontró el reconocimiento grande en Independiente. Luego, su clase lo llevó a Barcelona y la vida lo ancló para siempre en Guayaquil.
La entrevista tiene once páginas, veinte fotos (la más importante es Alfaro sentado en el Monumental con las tribunas de fondo) y cuatro frases destacadas como título:
“No concibo que un futbolista no viva para su profesión”.
“Mi misión era cambiarles la vida a muchos chicos a través del fútbol, y me tocó en Ecuador”.
“Independiente tiene que salir campeón cada dos o tres años, todo pasa por la seriedad de la conducción, es la que debe sostener el proyecto”.
“Sueño con un Barcelona ganador de la Copa Libertadores”.
De las veinte fotos, en trece está sonriente o festejando, eso habla mucho de la personalidad de Alfaro, siempre positivo, alegre, chispeante, como era jugando. Tampoco habla mal de nadie, aunque puntualice hechos negativos. Primero, empezar por el apodo: ¿Por qué Beto…?
-Porque mi papá era hincha de River, me llevaba a la cancha y mi ídolo era Alonso, entonces estaba todo el día con la pelota en la calle diciendo “la lleva el Beto, toca el Beto”.
Era zurdito y todos en el barrio me empezaron a decir Beto. Y todo el mundo me dice así, el presidente del club, los jugadores, mis amigos…
Cuenta por qué aceptó fichar por Barcelona cuando recién había comenzado su segunda etapa en Independiente., donde era ídolo:
–Era la tercera vez que Barcelona venía a buscarme. Se dio que Rubén Insúa, un gran amigo, ya había jugado ahí y cada vez que nos juntábamos, me mostraba los videos y me hablaba del club. Miguel Brindisi, mi entrenador, me decía: “Si fuera egoísta, te diría que te quedes, pero es un club al que tenés que ir, es el Coloso de América y por tu manera de jugar te van a querer mucho”. O sea: me enamoré del Barcelona antes de ponerme la camiseta. Y aquí estoy, en el club, 23 años después de mi llegada.
–¿Por qué te quedaste a vivir en Ecuador?
–Por un lado, en los clubes donde pude tener continuidad me pasó algo muy especial, que va mucho más allá del jugador. Lo sentí en Platense, en Independiente y en Barcelona. En el ‘97, después de ser campeón en Ecuador, me compró el América de México. Tenía 33 años y la gente se agolpó en el aeropuerto y no me dejaba ir, era una locura. Me fui llorando al
América. Llorando con el contrato que había firmado, ¡imaginate!
Alfarito revela en el artículo un costado que pocos conocen: su madre, maestra y luego directora de escuela, le inculcó el valor del estudio. Hizo tres años de Ciencias Económicas en la Universidad de Morón, estudió Tecnología Deportiva en la Universidad de Guayaquil y ahora está cursando Comunicación Social en la Universidad de Loja. También confiesa su obsesión por el trabajo y el esfuerzo.
–Me levantaba a las 7 de la mañana cuando estaba concentrado y me ponía a hacer flexiones en la habitación. Es el día de hoy que corro 5 kilómetros todos los días… ¿Sabés que no tomo nada de alcohol? Quizás sea exagerado en eso. A los chicos del club les digo: “En mi vida tomé una cerveza”. Me miran como si fuera algo raro. Insúa siempre me dice: “¿Y para qué?”. O cuando le digo: “Bajé del gimnasio y corrí 5 kilómetros”. Me contesta: “¿Y para qué?”. Yo le digo: “Para sentirme bien. Si no hay esfuerzo, para mí falta algo”… En el club igual. Me gusta el rigor institucional. Soy un obsesivo de los detalles, de la disciplina, del cuidado. Creo en una gran organización, en el cumplimiento de la palabra, soy de esa visión antigua en la cual los valores y los códigos son fundamentales, soy de los que creen que hay que dar la cara siempre. No concibo que un jugador de fútbol no viva para su profesión porque somos bendecidos por Dios.
Revela por qué aceptó ser vicepresidente de Barcelona:
– Me convenció José Francisco Cevallos, un amigo. A ver… Barcelona ha sido una herencia familiar, que se pasaba de familia en familia, y que sirvió más de trampolín político o de vidriera del candidato que se postulaba que otra cosa y la institucionalidad no funcionaba. Nosotros, si bien somos jugadores de fútbol, nos hemos preparado y aquí estamos para buscar otra cosa.
El único momento tenso de la charla es cuando le tocan el nombre de Gustavo Costas.
– No quiero hablar mal de nadie, pero le hizo juicio a Barcelona, viste… Yo jamás le hice un juicio a un club, soy un agradecido a los clubes donde jugué y trato de resolver todo en buenos términos. Un día vino un abogado con todos los documentos a proponerme que le hiciera juicio al Barcelona. “Te hago cobrar un millón de dólares”, me dijo. Porque los abogados estaban arreglados con la directiva. “No, gracias”, le dije. Gustavo Costas salió campeón y ahora hay que pagarle un juicio de 600.000 dólares pero según nuestros cálculos son 260.000, porque renunció, por lo tanto, merece cobrar hasta el día que trabajó
Cuenta que el presupuesto anual de Barcelona para el plantel profesional y el cuerpo técnico es de 10 millones de dólares.
–Somos austeros, al menos hasta que paguemos las deudas que quedaron.
A colación de las deudas heredadas, elogió a Ronaldinho y su aporte en la Noche Amarilla.
–La rompió… Con él recaudamos 1.100.000 dólares y con eso le pagamos el juicio a Benito Floro.
Le preguntan por un sueño en esta etapa de su vida:
– Sueño con un Barcelona campeón de la Libertadores. La Copa es una cuenta pendiente. Y nadie nos quita ese sueño. Nunca hay que dejar de soñar. Y trabajar mucho para alcanzar esos sueños. En el club se festejó ser vicecampeones de América y ese es un título que no existe. Para mí, en Barcelona solo sirve ser campeón. Si no tuviera las deudas que tiene y que estamos saneando, Barcelona sería un gigante mundial, no sólo del continente, por todo lo que genera.
Tomado del El Universo.