Aquiles Álvarez Henriques (34 años) tiene un antepasado que hizo historia en Barcelona, en una época de gloria del club: su abuelo Aquiles Álvarez Lértora fue presidente durante la Hazaña de La Plata y en el bicampeonato ganado en 1971. Ese vínculo familiar y afectivo sigue, pese a la renuncia de quien fue titular de la Comisión de Fútbol torera hasta el 10 de diciembre anterior.
Lo que se rompió fue el lazo que lo unía con José Francisco Cevallos y admite que una de las causas de su dimisión (como la de Carlos Alfaro Moreno, quien fue vicepresidente deportivo) fue la implicación del exgolero en campañas políticas.
Álvarez –a diferencia de Cevallos, que el 6 de diciembre anterior le informó a este Diario que no le dará entrevistas, tras hacerle al club seis peticiones que no fueron respondidas– charló con EL UNIVERSO y contó que la armonía de los canarios está quebrada. También reveló que aunque está agradecido con Cevallos no volvería a compartir dirigencia con él.
¿Cómo califica su paso como directivo canario?
No calificaré mi gestión; que lo hagan los socios, aficionados y los periodistas. Lo único que me deja tranquilo es que mi gestión fue honesta; busqué hacer lo mejor para el equipo, en silencio. Se consiguieron cosas importantes, como el título de 2016 y en la Copa Libertadores 2017 se llegó a semifinales. Ahí lo principal era ganarla, pero no se pudo.
¿Cuáles son las causas reales de su renuncia?
Como ya lo dije hay temas que causan corte de comunicación. Cuando Pancho (Cevallos) dejó de ir al estadio (a los partidos de Barcelona) se perdió la comunicación un poco. Se perdió la armonía y la idea de cómo tomar decisiones en el equipo. Pasaron cosas (no quiso especificar cuáles) y se tomaron decisiones con las que no estaba de acuerdo, pero había que terminar apoyándolas. Todo eso te va cansando. El resultado fue dar un paso al costado. Hoy, irónicamente, estoy en paz de no estar en Barcelona. Me duele mucho lo que pasa, pero hay que recomponer el ambiente y volver a tener una armonía como la del 2016.
¿Reconoce que existieron divergencias en la directiva por las acciones de Cevallos (sus actividades políticas)?
No solo fue por las acciones de Cevallos, también por disputas y diferencia de criterios con Juan Alfredo (Cuentas, el vicepresidente financiero). No es personal, pero Barcelona no puede tener dirigentes que hablen mucho y siempre. Eso lleva a cometer errores e hizo que en declaraciones culpara del incremento del gasto (del presupuesto) a la Comisión de Fútbol, cosa que no fue así. Por eso no aguanté y en un entrenamiento le contesté y se dañó la relación (con Cuentas). No me gustan las peleas, pero hay que responder a los comentarios sin pie ni cabeza.
¿Dimitió por la actividad política de Cevallos?
Sí. Eso afectó indirectamente al equipo. Pancho no lo hizo con esa intención, estoy seguro de que no imaginó que eso (ser 15 meses gobernador y después precandidato a la Prefectura del Guayas) iba a influir en el ambiente. Sobre el tema político conversamos muchas veces, lo debatimos a lo largo del año, pero mi salida no solo fue por ese tema.
¿Le molestó que se usara al club para fines políticos?
Sí, me incomodó. No estoy de acuerdo con que Pancho dijera que Barcelona es una marca política (en noviembre pasado, en El Comercio). Barcelona es un club deportivo.
¿Ese tema afectó al plantel?
Sí, pero no hay que perder la objetividad. No puedo aceptar que por más ambiente político que haya existido se pierda dos veces con Guayaquil City en el Monumental. Eso no tuvo, con todo respeto para ese equipo, ni pie ni cabeza. Eran partidos para ganar y podían dar el campeonato. No se podían perder esos puntos.
¿Cómo quedó su relación con José Cevallos?
No tengo ningún problema con él. Estoy agradecido, pero desde noviembre no hablo con él, no conversamos más. Si lo veo lo saludo, él sabe que le tengo una estima importante. Yo le fui leal estos años y fui recíproco con su confianza.
En la campaña se habló de auditorías y de acudir a la justicia ordinaria para que los anteriores dirigentes respondan. ¿Por qué se enfrió eso por completo?
En honor a la verdad, y dirán que no me interesa, pero yo no estaba inmiscuido en ese tema. Me enfoqué en
el equipo de fútbol, que demanda muchísimo tiempo. Se presentó la auditoría en la Fiscalía, y según los abogados de Barcelona, hay indicios de responsabilidad (de la anterior directiva por el déficit), pero Pancho no es fiscal ni juez. Lo que hizo Barcelona fue pedir que se indague. Es un tema de la Fiscalía, el equipo no puede ser el actor principal. Siendo objetivos, no puede achacarse a la dirigencia por esto, porque es un tema de la Fiscalía.
¿Hasta qué punto la actual dirigencia puede seguir culpando de todos los males a las directivas pasadas?
Cada presidente marca un estilo. Creo que el de Pancho es remarcar ese hecho cada vez que se paga una deuda. Yo tengo otro estilo. Lo mejor es trabajar en silencio y que los hechos hablen solos.
¿Volvería a compartir dirigencia con Cevallos?
(Sonríe) No lo haría con nadie. Sonará arrogante, pero no volvería a ser un garante y responsable de decisiones que se toman entre muchos. Soy de la idea de que hay que ser un poquito dictador, en un sentido positivo. Tiene que haber un responsable en las contrataciones y no hay que consultar mucho. Cuando se pregunta mucho lo más probable es que se cometa un error. Hay dos equipos que se manejan de esa manera y han tenido éxitos: Liga de Quito y Emelec. Hay consultas con el técnico, pero no quiere decir que siempre tenga la razón.
¿Le generaba presión que su abuelo haya sido un dirigente torero exitoso?
Por supuesto. Más que todo cuando comencé. Estaba preocupado antes de decidir aceptar la invitación de Cevallos. Tuve que analizar la manera de cómo no afectar la imagen que dejó mi abuelo (Aquiles Álvarez Lértora). Por eso soy muy respetuoso; cada quien debe hacer su historia.
¿Qué destaca de la gestión de su abuelo?
En esa época (1970-1972), Barcelona no generaba mucho dinero, era muy poco lo de la taquilla. Pero destaco el esfuerzo gigante que hacían los dirigentes de turno. A mi abuelo lo que más le dolía era haber ido a dos semifinales de la Copa y no haber sido campeón. Él se fue con esa tarea pendiente. De chico me decía: ‘Tal vez tú la puedas alzar’. Estuvimos cerca; no pudimos sacarnos esa espina.
¿Alguna anécdota que le haya contado su abuelo?
En un viaje del club a Uruguay, por la Copa (en la década del 90), afuera de un hotel se encontraron
con Édison Cacho Saldivia (exzaguero charrúa) y después de unos tragos le confesó que le falló a la dirigencia y al cuerpo técnico de Barcelona contra Unión Española (en Chile, derrota canaria 3-1 en 1971, en el partido en que los toreros buscaban llegar a la final). Ese fue un dolor muy grande que mi abuelo se llevó. Luego de enterarse de eso, mi abuelo se enojó con Saldivia Y se fueron a los puños.